miércoles, 10 de marzo de 2010

No lo intentes.

Hoy estabamos paseando con la bici por una siniestra bocacalle, mas bien callejón, de Donnegal Road y nos encontramos con unos yonkis que querían vendernos una bici por 3 pounds. A simple vista, era una mountain bike guachi con todo a punto. Sergio se encaprichó al momento, ¡a ver quien se atrevía a dejar ese chollo suelto!

Llamamos a Edu para que viniera a montarla puesto que nosotros ya íbamos en bici. En menos de 5 minutos volvimos corriendo al callejón de los hechos. Edu sacó la pasta e hizo el trueque en incluso les dio algo de cash a mayores, de ese que Lomana jamás llevaría encima. Nos fuimos corriendo de allí, temerosos de que se arrepintieran y a la vez con una sonrisa infinita que decía ‘’que tontos los yonkis estos, una bici por 3 pounds…’’

Doblamos la esquina y se montó airosamente en su bici-chollo nueva. En ese momento, la rueda salió volando por la derecha, la bici por la izquierda, y Edu, desde las alturas de la bici desbaratada, se abalanzó forzosamente hacia el centro a modo de volteretadecampana-triplesaltomortal-flip360(para los que entiendan de skate).

Yo me eché a reir, porque cuando alguien se cae me entra una risa imparable, no por la caída en sí, sino porque pienso en la cara de apuro de la persona que se cae. Sergio tampoco pudo contenerse, y Edu, el pobre Edu… tumbadito en el suelo.

Los yonkis se acercaron a señalarnos con el dedo y reírse en nuestra cara, por si no nos había quedado lo suficientemente claro que nos habían timado. Los papeles habían cambiado: ellos eran los listillos y nosotros los pringaos, principiantes, paletos, novatos, turistas.

Levantamos el campamento cabizbajos (yo saque el dedo corazon, pero a escondidas… jope, eran yonkis.) y fuimos a una tienda de bicis cercana a arreglarla. Nos costo 5 pounds porque solo faltaban 2 tuercas, pilares, pero 2.

Claramente, y como hubiera hecho cualquier persona que quiere recuperar su orgullo, volvimos a pasar por el callejón de los huevecitos, jactanciosos a más no poder, y con el diploma de astutos en el bolsillo de nuevo. Además, gritamos, ‘’miraaaad… os la hemos vuelto a dar con quesooo''
Pero...

Ni siquiera nos miraron. Ya no se acordaban de nosotros.

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