jueves, 13 de enero de 2011

tito

Siempre asocié el luto con los jerseys negros de cuello alto que se ponen las abuelas cuando se muere un familiar o incluso con las faldas largas negras de las gitanas.

Se ha muerto mi abuelo y me he dado cuenta que el luto no es eso. Vaya Dios mas zorro dice mi abuela incesablemente. Yo no la quiero consumir y blasfemo y me resiento en silencio pero también sin parar.

Son abuelos y se tienen que morir. Si yo esto lo sabía, pero me he dado cuenta de que éste era diferente; su contrato de vida estaba sin firmar. No se donde ha ido pero todavía no me lo creo. Solo quiero volver a Calzadilla y encontrármelo arreglando los baldosines del corral.

Lo que importan no son los años de vida sino la vida de los años. Siendo así se puede ir en paz porque tiene un sobresaliente en todo. No soporto el hecho de que haya sido toda su vida el ejemplo por excelencia de esfuerzo y trabajo elevado a la máxima potencia y que ni siquiera haya podido luchar para morir. Pobrecín.

Dice hoy mi gadget bíblico: "La muerte sólo será triste para los que no hayan pensado en ella". Debe ser que no la he reflexionado lo suficiente. Estoy desganada, desubicada y casi todos los adjetivos que empiezan por des.

Mi figura paterna. Pero dónde coño ha ido.
Lo que te voy a extrañar tito.

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