Ha acabado arruinando el encanto de mis sitios favoritos porque ahora que no está allí, me aburren. Entonces mi músculo orbicular se cansa de trabajar sin ganas y me susurra que se lo diga.
Evel Knievel saltaba sobre el vacío montado en una motocicleta de los 60 y no miró hacia abajo ni la mitad de veces que yo en este último paseo. Al final, los caminos del señor son inescrutables.
