miércoles, 25 de mayo de 2011

camina.

Si haces no hagas porque lo deshago. No hay tiempo para fundamentos ni tesis. La profundidad ahoga. El pozo tiene fondo pero da miedo bajar, y bajar, y bajar. Sólo imaginárselo produce desvelo. Entretentenerse entretanto en la superficie jugando con esa especie de plancton dulce que lo cubre y hacer de ello un horror vacui continuo; aunque superficial, de superficie. De todas maneras, progresa adecuadamente porque soslaya el bostezo.
Me voy de viaje en el Sputnik 3 hacia Japón, a una de esas clínicas especializadas en devolver la virginidad a las mujeres.
La sensibilidad salpica con acritud y me ha raspado… o acariciado.
Al final, gracias a la vida.

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